viernes, 13 de noviembre de 2009

Todos los Viernes son 13...


Por suerte, viernes otra vez. Un viernes más. Otro. Sin TV cable, sin novio, sin comida en la heladera. Un típico viernes de mi vida.


Tengo la caja de puchos abierta y eso es peligroso. Me estoy calentando dos choclos (si, dos choclos) para comer con manteca y sal. Es muy patético, muy patético, porque lo hago, en el fondo, para intentar recordar cómo se sentía comerlos en la playa con mis amigas. En verano. Ese verano que ya no voy a tener. Nunca más.


¿Pesimista? Tal vez. ¿Desahuciada? Quizás. No es un panorama muy prometedor el que me espera a la vuelta de la esquina.


Me estoy distrayendo. Claro, me distraje porque miré el piso. El piso blanco. ¡La capa de mugre que lo cubre es muy grande! ¿Qué me pasa? ¿Serán el calor y la humedad? ¿La soledad y el olor a pucho rancio que el Glade no logra tapar?.


Estoy viendo a Tinelli despotricando contra sus detractores. No es una visión muy... coherente. Está leyendo en un teleprompter el rosario de insultos que le está dedicando a su Gobierno. Todo condimentado con frases como"mi amor", "querido" y otros epítetos sardónicos. Pero terminó agradeciendo a su Presidenta. ¿O se dice Presidente aunque sea mujer?. ¿Cómo será?. En fin, ahora vienen las cámaras ocultas. Creo que me va a explotar el cerebro. Me veo con la cabeza abierta y los sesos emulando un cuadro de Pollock en la pared.


Acabo de ver a una polilla que hizo el intento de entrar en mi casa pero se arrepintió.


¿Algo más para añadir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario