martes, 6 de octubre de 2009

El negocio familiar


Quizás muchos no lo sepan, pero tengo un tío. Un tío muy especial. Nosotros, los de la familia, lo llamamos el Tío Lucy.

Lamentablemente, el tío vive medio lejos, pero siempre nos acordamos de él. Yo soy su sobrina preferida, siempre me lo dice cuando lo voy a visitar... bastante seguido, por suerte. En una de esas visitas, el tío me propuso que comenzaramos el negocio familiar. Cuando me contó la idea, me entusiasmé mucho porque me creí muy capaz para la tarea. Obviamente, el tío sabe más por viejo que por Diablo, así que seguramente ya me había sacado la ficha hace rato.


Con ahínco, nos pusimos manos a la obra y redecoramos el local. Una pintadita ligera (el azufre generalmente, destruye bastante rápido los tintes, así que lo tenemos que retocar bastante seguido), trajimos unas mesas y sillas de hierro (lamentablemente,el plástico no aguantó el calor) y después de unas lecciones suyas en persona, el tío me dejó a cargo de la Pymes.


Hoy en día, puedo decir que el tío está muy orgulloso del servicio que brindamos. Nos llaman de fiestas, cumpleaños de quince, casamientos y bar mitzvah (nosotros nos metemos en todo, no hay religión que nos detenga).


El negocio familiar... ¡medio tanque, brasas y almas humanas!


(Por contrataciones, comunicarse con: laparrilladeltiolucy@elinfiernoquemapila.com.uy)

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