domingo, 4 de octubre de 2009

Maestra de escuela...


Ya saben mi punto de vista sobre las salidas nocturnas. Una se siente casi sapo de otro pozo, rodeada de la manada de pre púberes que se creen los nuevos dioses del universo. Chiquito, tal vez mamá te apretó bastante las tiritas del pañal porque creo que dejaste de recibir sangre a ese remedo de cerebro que hace que tu cabeza no salga volando, cual globo de helio.
En fin, todo sucedió en la puerta del boliche, cuando mis amigas y yo estabamos fumando el pucho de la descarga. Mucho malhumor de mi parte. Carita de culo a full (no me cuesta ni un poquito). En ese momento, un botijita se nos acerca con un desodorante roll on en la mano. Si, si, si. Cuán idiota podés ser. Nosotras, viejas guerreras de la noche, la vimos venir. El cristiano comenzó a charlar y a tratar de ganarnos con su simpatía (?). Cuando vio que no iba a llegar muy lejos, sacó a relucir su faceta de "macho resentido por cortada de rostro frente a los amigos":
El pajero: -¿Qué es lo que quieren?
Nosotras: (silencio)
El pajero: -Plata no tengo, eso es lo que quieren, ¿verdad?. Plata solamente, bueno, yo plata
no tengo.
En ese momento, me tuve que hacer cargo de la situación. Con voz de maestra dando un correctivo a un alumno con problemas de conducta, tuve que poner al pichoncito en su lugar. Y puedo decir, orgullosa, que lo logré. Al entrar al boliche, frente a la cara de estupor de todos los presentes (que eran muchos, gracias a Dios), lo oímos mascullar un tímido: "Discúlpenme".
¡Nadie me dice prostituta y por nada! Eso cuesta $200 (más IVA).

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