viernes, 11 de septiembre de 2009

"¡Qué desmejorada que estás!..."

Mmmmmm. Qué frase. Obviamente, su efecto psicológico es devastador pero varía dependiendo de quién sea el emisor de tan crueles palabras. Por suerte para mis venas, la persona que hizo tan brillante, punzante y poco feliz comentario, fue mi portero.

“La fiebre, la fiebre te tira abajo”. ¡Intentá arreglarla ahora!. Después de tres días de encierro, sin ver la luz del sol, sin respirar aire puro, finalmente me sentí con ánimo de mostrarle esta bella cara al mundo. Y decidí salir a pagar los gastos comunes. No muy aventurera la botija, ya que la inmobiliaria que me chupa la sangre todos los meses está al lado. Exactamente al lado. Antes estaba a una cuadra….pero ahora no.

Con mis mejores galas, me dispuse a salir a socializar con mi portero.. y me manda esa frase, así de pique, así como si “na”. Para completar el panorama, hace tres semanas que tengo un grano rebelde que se está transformando en un quiste casi, a esta altura. Y no tiene miras de desaparecer. En su conjunto..una monstruosidad. Y no lo digo por tirarme abajo, solo estoy siendo objetiva con mi cara, nada más. Pero no importa, porque yo sigo adelante (sigo esperando que me llegue la máscara de hierro que pedí por teléfono a Teleshopping la semana pasada).

Retomando el hilo, salgo a la calle y me encuentro con un grupo de pequeñas bestias flogger en la puerta de mi edificio. Todos iguales, con un celular sonando como si fuese un estéreo, mirándose el peinado en las ventanas. ¡Juventud, divino tesoro! Tanta hormona junta….tanto griterío. Y fue en ese momento, en ese preciso instante, que lo sentí. Era una vieja. Me faltaba el bastón (ese con tres patitas, ¡más lindo!) y los ruleros…la actitud ya la traía puesta.

Volví a mi casa, mareada, más desmejorada todavía, vieja y con $1162 pesos menos.

Banda sonora: “Positiva” – Erica García.

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